lunes, 23 de mayo de 2011

¡cara!


Su nariz es grande, ¡enorme! Su tamaño casi lo iguala el largo de sus cejas, lacias y firmes, desparramadas como un montón de lápices que sobresalen de un cilindro hueco. Y esos labios, lívidos y carnosos, la cita del oxímoron, paisajeados por bigotes ralos, duros, como corchos de vello facial, una constelación de ellos, una imposible. Sus ojos son grandes como el punto, negros como el punto, sin pupila, o bien pura pupila. Y no están hundidos, sino más bien disimulados entre la selva y la enormidad (de las cejas y de la nariz, ¿no?). Debería ir hacia arriba y hablar de la frente, brillante frente, inclinada, húmeda. El cabello traza el atrevido horizonte con la cabeza, porque la frente sola se confunde con todo. Ahora que lo veo bien, si no fuera por la nariz y los labios, toda su cara sería frente, y su cabeza, si no fuera por el cabello fino y baboso de color desteñido que hace de contraste. Está tragando ahora, pero eso no lo puedo describir...

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