sábado, 15 de octubre de 2011


Es solemne. Sos solemne. ¿En serio? Pero dejate de joder. Bueno, con eso se te fue un poco la solemnidad, pero tenés un aire como de misticismo. Bueno, ¿misticismo o solemnidad? Para mí es lo mismo. Para mí no tanto. Para él, nada. ¿Uno es solemne para siempre? No sé, no soy solemne, no te lo puedo responder. Está bien, te comprendo, pero tampoco sos cocinero y unos fideos con tuco podés hacer. Sí, te lo concedo, pero ser y hacer no son la misma cosa, me parece. ¿Ah, no? Depende para quién. Acá somos tres, aunque no se note. Para mí son lo mismo. No, pero si son, en plural, entonces no son lo mismo. Me tenés re podrido, flaco. No te ofendas. No, no me ofendo, me sulfuro, me oxido. ¿Y esas dos cosas son lo mismo? Buah, estamos como queremos, ya. No se trata de eso..., ya perdí el hilo. Lo tenés metido abajo de la pierna, te sentaste arriba y no lo viste. Uy, acá está. Te lo doy, andá tirando así sale. Mirá, lo estoy haciendo desaparecer, está hecho de hilo. Ahora quedamos dos, y un ovillo. ¿Sabés tejer? No, en absoluto. No es por ponerme meticuloso, pero si fueras absoluto, quizás sabrías tejer. Cierto, cierto, ¿y vos, de qué estás hecho? Del material de los sueños, por supuesto. Voy a poner la alarma, entonces.
¡Oia! Me quedé solo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario